La tabla redonda

Hace unos meses antes de finalizar mi proceso de coaching con Luis Miró, de la Escuela Europa de Coaching, en una de las sesiones, Luis me preguntó:

  • ¿Has pensado en ordenar tus valores? Salen a menudo en estas conversaciones y antepones unos a otros ¿tienes claro cuáles son más importantes para ti?

Como muchas de las preguntas de Luis, se convirtió en deberes para pensar. Es cierto, hay valores que son muy importantes para mí, pero y ¿qué valores no lo son tanto? O ¿Qué valores antepongo a otros? Decidí buscar y encontré una lista maravillosa de 117 valores elaborada por Brené Brown.

Seleccioné los 117, los puntué y los reduje a 38, demasiados. Tras dos rondas más, encontré mis diez caballeros de la mesa redonda:

  • Alegría
  • Amor
  • Compromiso
  • Curiosidad
  • Justicia
  • Libertad
  • Perdón
  • Responsabilidad
  • Valentía
  • Verdad

He dudado mucho. ¿Vale más para mí la Igualdad o la Justicia? ¿Acaso no aprendí que no hay más desigualdad que la igualdad para los desiguales? ¿Prefiero el Humor o la Alegría? ¿La Dignidad o la Libertad?

Estos valores, para mí, no están ordenados de más a menos. Según cuenta la leyenda, en la tabla redonda, todos los caballeros eran iguales. Me gusta pensar que si tengo claro cuales son mis diez, sabrán ayudarme a mis para qué.

¿Es más fácil tomar las decisiones así? Creo que me sirve para entender qué relato estoy eligiendo contarme para tomar una decisión. Igualmente, me ayuda a entenderme con el otro. Una vez más, a tener un significado común. A comunicarme con el otro con mayor eficacia.

Para los momentos en los que no estoy conectando con los demás, tener mis valores claros también me ayuda a cambiar el relato. Puede que haya algo en una reunión que no esté encajando con mi idea de justicia o compromiso. Sé que en esos momentos entra dentro de lo probable que decida interrumpir y defender lo que sea que estemos tratando como si fuera la vida de mis hijos. Es posible que las personas con las que acabe discutiendo se sientan entonces atacadas y no haya acuerdo o negociación posible. ¿No hay otra opción?

Sí, ¡claro que la hay! Antes de saltar a la yugular, puedo actuar desde el perdón, el amor e incluso la alegría y conseguir generar una emoción más constructiva. Necesitaré respirar hondo y buscar algo del contenido de la reunión o de la persona que tengo delante que resuene con otro de mis valores y, desde ahí, construir. ¿No es esa una opción válida y mucho más eficaz?

Y para ti ¿cuáles son tus valores clave?

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