A la segunda va la vencida

Es domingo por la noche y miro hacia el fin de semana que estoy a punto de cerrar. Y si tuviera una segunda oportunidad para volver a vivirlo ¿qué haría diferente?

Es miércoles, Mateo sale de una reunión y hablamos. No ha ido bien. El tiempo entre acción y reacción ha sido de microsegundos y ha entrado en erupción. Y si tuviera una segunda oportunidad para volver a vivirlo ¿qué haría diferente?

Es jueves, me llama Inés, otra vez se ha puesto muy nerviosa. Ha estado a punto, esta vez sí, de dar su opinión, la que tanto había trabajado, pero en el momento clave alguien ha empezado a hablar y ella se ha sentido pequeña. Su autosabotaje la condena, de nuevo, a que sus ideas sigan vagando desconocidas en un universo fértil que nadie más sabe ver. Y si tuviera una segunda oportunidad para volver a vivirlo ¿qué haría diferente?

¿Qué sucedería si tuviéramos una segunda oportunidad cada día para volver a vivir lo acontecido? A lo Tim Lake en About Time. ¿Qué haríamos distinto si tuviéramos la oportunidad de rehacer el fin de semana, la reunión del miércoles, la presentación del jueves? ¿Cuánto espacio le dejaríamos al miedo, a la angustia, a la ira?

Casi nadie responde que lo haría todo exactamente igual. Reviviendo lo ya vivido aunque solo sea por curiosidad, casi todos elegiríamos un camino diferente. Y entonces ¿qué nos impide vivir como si fuera el segundo intento, aquel en el que haremos algo diferente que producirá un resultado distinto?

Antes de discutir, antes de gritar, antes de no callar ¿qué sucedería si pensáramos “Eso ya lo hice, ya he gritado, ya he insultado, ya he callado demasiado o no he hecho suficiente” y fuéramos a por todas? El cerebro nos permite jugar. El espacio entre la acción y nuestra reacción es de cada uno de nosotros. Conquistar ese segundo de silencio en el que nos atreviéramos a ser la mejor versión de nosotros mismos es una elección. Me sirve decirme: “Este es mi segundo intento”.

Al final del día, sé que no hay una segunda oportunidad para vivir de nuevo el mañana de ayer. Por eso no me parece que me esté pidiendo tanto si intento darme una segunda oportunidad para vivir la vida a la primera.

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