
Lo que decimos habla de nosotros. Le explica al mundo qué pensamos.
Las palabras que elegimos decir van configurando poco a poco nuestro relato. El que ofrecemos al otro y el que nos contamos a nosotros mismos. Y así capa a capa van configurando lo que vamos siendo.
¿Somos conscientes de cómo decimos lo que decimos?
¿Cómo explicamos nuestro día al llegar a casa?
¿Cómo nos explicamos la vida?
El diccionario de la RAE contiene 88.000 palabras. ¿Cuántas usamos y qué dicen de nosotros esas palabras?
Me resuelta envidiable el uso de la palabra exacta en el momento adecuado. El desarrollo de la elocuencia, la capacidad de expresarse con sencillez, precisión y eficacia. La habilidad de Javier Gomá, Victoria Camps o José Antonio Marina para expresar un concepto que al ser leído aparece formulado en nuestra consciencia como si esa idea hubiera estado siempre ahí y sólo el estilete punzante y certero del filósofo hubiera encontrado la forma exacta y serena de formularlo.
Asusta pensar que, si vamos olvidando aprender cómo decir las cosas, cómo expresar y discernir un significado de otro, se irán perdiendo los conceptos hasta volver a una época oscura de la que tanto costó salir. El estilo se va volviendo anémico, pequeño casi y desaparece para acabar hablando todos en frases cortas, tibias o cortantes, pobres, en suma. Se pierde el gusto por cuidar la deliciosa belleza en la expresión de una idea. Se nos escapa el tesauro que es sustituido por una lista de antónimos de lija en la que prima la sinceridad bruta sobre la virtud elegante.
El lenguaje nos hace libres, nos permite desentrañar verdades en mentiras que nos enredan. Como sucede en el momento en el que el oculista da con la graduación exacta que necesitamos, la palabra justa desvela una realidad que de otra forma permanecería borrosa o tal vez, quien sabe, acabaría desapareciendo.
No recordamos mucho de lo que vivimos. Tan sólo lo que nos contamos. Podemos decidir qué nos diremos. Cómo será este relato. En el matiz de un significado se esconde la esperanza. La magia de entendernos sin ofendernos, la posibilidad, de construir el significado común.
En última instancia, la posibilidad de elegir el mundo que construimos. La ilusión de lo posible espera a resguardo en un diccionario. No lo olvidemos.